que justifique
que el tiempo
que pasé sentado
en esta silla
no fue perdido.
Inexorables,
los números
se suceden
y yo permanezco
a la espera
de un turno
que no llega.
La desesperanza
convertida
en un suspiro
dentro de
una eternidad
aún más dolorosa
por la certeza
de un destino
ya fijado.
Es lo que tiene
encontrarse
en la antesala
del infierno.
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