Dejé de guardar
minutos en los bolsillos
y las horas
me pasan por encima.
Dejé de sentir miedo,
y ahora siento pánico.
Dejé de escucharte
porque lo que decías
solo me hacía daño.
Dejé de fumar,
dejé de beber,
dejé la esperanza
arrinconada
y ya solo
me queda
me queda
acurrucarme
en el sofá
como cuando
era un niño
y aguardar
la muerte
la muerte
sin hacer ruido.
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