No llames a
mi puerta
no voy a
abrirte.
Sé que pretendes
trastornarme
o, peor aún,
convencerme.
Abro el grifo.
Lavo mis manos.
Lavo mis manos.
Una, dos,
tres veces.
Cierro el grifo.
Respiro.
Cierro el grifo.
Respiro.
Si abriera,
el viento
podría
remover
las pelusas,
trastornar
mis
armónicas
rutinas
y dar paso
a los
demonios
de la
angustia.
Abro el grifo.
Lavo mis manos.
Lavo mis manos.
Una, dos,
tres veces.
Cierro el grifo.
Todo está en su sitio.
Cierro el grifo.
Todo está en su sitio.
Si abriera
me enredaría
en el caos
del
exterior,
me
absorbería
la
compulsión
y, tal vez,
jamás
pudiera
regresar
porque resulta
complicado
porque resulta
complicado
volver a
casa
cuando sólo
puedes
caminar
por las
aceras
impares.
Abro el grifo.
Lavo mis manos.
Lavo mis manos.
Una, dos,
tres veces.
Cierro el grifo.
Gotea.
Ups!.
Cierro el grifo.
Gotea.
Ups!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario